La
formación del patriarcado no se da de un momento a otro, sino en el transcurso
de 2.500 años. Gerda Lerner, historiadora, analiza el origen del patriarcado en
Mesopotamia entre 6.000 y 3.000 antes de Cristo: “El patriarcado es la
institucionalización del dominio masculino sobre las mujeres y niños de la
familia y la ampliación de ese dominio sobre las mujeres en la sociedad”
(Lerner 1990). El sistema patriarcal sería, entonces, una construcción previa a la sociedad de clases y la esclavitud que tuvo lugar mediante la extensión e institucionalización de la subordinación femenina dentro de la familia.
Para
Lerner, el patriarcado instaura con los años una devaluación simbólica de las
mujeres: primero vinculadas a la tierra y lo divino, pasaron a ser subordinadas
gracias al monoteísmo como metáfora de base de la civilización occidental.
Posteriormente, la filosofía aristotélica proporcionará la otra metáfora: las
mujeres son seres humanos incompletos y defectuosos, de un orden totalmente
distinto a los hombres. Con estas dos metáforas, la subordinación de las
mujeres se ve como “natural” y, por tanto, se torna invisible, consolidando con
fuerza al patriarcado como una realidad y como una ideología.
En
el Perú, con la conquista se impuso también la feminización del indígena para
justificar la dominación. Danilo de Assis Clímaco, en su tesis de doctorado
para la Universidad Autónoma de México–UNAM referida a los conflictos sociales
en Colombia, México, Bolivia y Perú, incluyendo Cajamarca, propone un concepto
para entender la diferencia entre estas dos clases de varones: patriarcado
dependiente.
Si
el patriarcado tradicional es la alianza entre hombres como forma de garantizar
la dominación de las mujeres y su explotación, obteniendo no solo los productos
de diversas formas de trabajo, sino también confort afectivo y simbólico, De
Assis sostiene que todo patriarcado obedece a la forma de alianza entre
hombres, por lo tanto, es el eje de disputas/conflictos/alianzas más
importantes que el eje de vertical sobreposición hacia las mujeres: “El
patriarcado en Hualgayoc es dependiente en la medida en que su fuerza se basa
en las formas de organización familiar impulsadas por las élites coloniales y
republicanas que buscan jerarquizar las relaciones entre hombres y mujeres como
forma de control poblacional: la obtención de tributo simbólico y material que
extraen los hombres de las mujeres favorece un orden social menos rebelde a la
dominación y explotación colonial” (De Assis Clímaco 2016).
El
patriarcado dependiente se basa en “un pacto desigual entre las élites
masculinas colonizadoras y los hombres de los pueblos a los que se buscaba
colonizar” (De Assis Clímaco 2017). Es importante tener en cuenta este marco
conceptual para poder entender las alianzas que se establecen, inequitativas,
entre los hombres de campo, ronderos, gobernadores locales y autoridades en las
zonas de expansión de las empresas extractivas y los funcionarios, gerentes de
desarrollo social o incluso los propios guardias de seguridad.
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