sábado, 29 de septiembre de 2018

Macromachismo


por Danilo Assis Clímaco

Entramos a la óptica y había un tipo que hablaba en alto volumen a una mujer en el celular. Le daba indicaciones de en dónde encontrar algo, sin que la otra persona pudiera entender su mapa mental, por lo que el hombres hablaba cada vez más alto, desesperándose por la incapacidad y la torpeza que atribuía a quién le hacía el favor. Yo trataba de pensar qué podría decirle al señor para de alguna forma apoyar a la persona víctima de su saña. Pensaba quién sería, si su pareja o la trabajadora de su casa o ambas en una sola persona. Tras un rato, la persona encuentra una libreta, sigue las indicaciones de cómo abrirla y le dicta el número de su RUC. El hombre se calma, pero sigue hablando algo alto, por lo que escuchamos como le decía a la persona que era tan fácil haber encontrado lo que él solicitaba y que no era necesario que se atolondrara de aquella manera. Transfiriendo a la pobre mujer la responsabilidad de la inseguridad que él, de modo seguramente poco inconsciente, busca generarle. Cuelga el teléfono, le dice el RUC al vendedor y a mí se me sale una ocurrencia algo sutil:
-          ¿todo esto se debió a que usted no sabe el número de su RUC?
-          Sí, me contesta rápidamente.

Se va de la tienda y empezamos a hacer nuestra compra conversando con el vendedor. Después de unos minutos, nos damos cuenta que el tipo no se había ido, que estaba afuera de la tienda. Inicialmente, Inés se iba a ir tras haber elegido unos lentes y yo me quedaría para ver los míos. Pero llegamos a la conclusión que por si las dudas era mejor salir juntos. Pasaron unos cinco minutos más y el tipo se fue. Termino mi compra, también por si las dudas, salimos hacia el lado contrario al que se había ido el tipo, pero echamos una mirada hacia atrás y vemos que él está a unos cincuenta metros, mirando hacia nuestra dirección. Doblamos la esquina, no nos siguió. Creemos.