Michael bautiza al primer Martin bajo la mirada de Nick |
Danilo de Assis Clímaco
En la búsqueda necesaria por reconstruir un imaginario afectivo para los
hombres, muy mal haremos si excluimos a las mujeres. Peor si las representamos como causantes de una
pobreza emocional que sufrimos individualmente cada hombre como contraparte de
nuestra dominación como colectivo.
La película Submarino, de Thomas
Vinterberg –uno de los impulsores de Dogma 95 y autor de la muy buena La
Celebración–, alcanza a mostrarnos lo destructivo que
puede llegar a ser la vida de los hombres y su entorno, pero también lo tierno
que en ella resiste. Lo sorprendente e indignante es que toda la empatía hacia
los varones coexista con una burda insensibilidad hacia las mujeres.
La primera escena de la película muestra a Nick y Michael, dos hermanos
pre-adolescentes bautizando a su hermano recién nacido, Martin, en un ritual amoroso
auto-convocado. La segunda escena ya será brutal como la mayoría de las
siguientes: con el llanto de Martin como sonido ambiental, Nick y Michael se
pelean con su madre por una botella de alcohol. Ella abofetea a uno de ellos en
la cara y se desmaya del esfuerzo, orinándose por el suelo. Se levanta un rato
después y se va a la calle. Los niños empiezan a tomar de la botella y suben la
música para no escuchar al bebé que, juzgan, solo tiene sueño. Se despiertan al
día siguiente y Martin está muerto, lo que les sume en desesperada tristeza.
El resto de la cinta narrará las semanas siguientes de las vidas de los ya treintones
hermanos, tras la muerte de su madre. Ellos se encuentran en la iglesia en que
se celebra el funeral y nos damos cuentas que llevan años sin verse, puesto que
es la primera vez que Nick ve al hijo de Michael, también llamado Martin.
Nick viene de pasar un corto tiempo en la cárcel por desahogar el dolor del
divorcio dándole una gran paliza a un hombre cualquiera. Su ex-pareja, Ana, que
está en una nueva relación y con hijo recién nacido, había antes abortado un
embarazo que Nick quería que siguiera adelante. Ana había sido, además, acosada
sexualmente por su hermano Ivan, un obeso que persigue y agrede mujeres por las
calles. Sin embargo, Ivan es una de las únicas dos personas con quienes interactúa
Nick. La otra es Sofie, una mujer que lucha por sobreponerse a la dependencia
del alcohol que resultó en la pérdida de la guardia de su hijo. Sofie y Nick se
acuestan ocasionalmente y ella busca tener una mayor proximidad.
Sin embargo, para con ella Nick no mostrará la lealtad que sí le ofrece a
otros hombres de la película. En un momento de desespero, Sofie retira su hijo
de la escuela para poder pasar unas horas con él y pide a Nick que le ayude en
ocultarlo de la policía. Pero Nick, que tiene un sentido moral selectivo, hace
justamente lo contrario.
Entonces, Sofie decide vengarse de Nick acostándose con su ex-cuñado Ivan,
pero este termina por estrangularla hasta su muerte. Nick descubre lo ocurrido
pero con el asesino sí es leal y se niega a declararle a la policía, con lo
cual termina él nuevamente en la cárcel, como presunto asesino.
Por su vez, Michael nos es presentado como un hombre que busca conciliar un
gran amor por su hijo Martin con una adicción por la heroína. Antes de recibir
la herencia de su madre, Michael y Martin viven en estado de hambre. Tras
recibir el dinero, Michael lo invierte totalmente en la compra de heroína para
revender. Él y Martin viven unas semanas tiernas antes de que Michael sea
atrapado en una operación anti-narcóticos.
Como era de esperarse, los dos hermanos se encuentran en la cárcel y, en
una melancólica y algo forzada conversación, un Michael moribundo dice a Nick
que él había sido el mejor hermano posible en la condición en que había vivido.
Una suerte de absolución. Y fallece unos días después.
Es entonces, con el objetivo de poder cuidar a su sobrino Martin, que Nick
cuenta la verdad a su abogado y queda inmediatamente en libertad. En la última
escena, en la luminosidad de la iglesia, Nick y Martin asisten al funeral de Michael,
dándonos la idea de que, finalmente, podrá haber un lazo afectivo sólido entre
ambos, que reivindicaría los demás lazos entre hombres (entre Nick y Michael, entre
estos dos y el primer Martin, entre Nick y su hijo que no llegó a nacer, entre Michael
y su hijo Martin) abortados por aquella madre alcohólica o por Ana, la
ex-pareja Nick.
Y es justamente con Ana, en la penúltima escena de la película, en dónde
esta demuestra todo su carácter misógino. Personalmente, en este momento de la
narrativa yo ya estaba bastante indignado, pero no se me ocurría otra cosa por
la cual Nick había buscado a Ana que no fuera para avisarla que su hermano
había cometido un asesinato y que sería arrestado. Suponía que más allá del
divorcio, había algo de afecto que llevaría a este mínimo, obligatorio incluso,
gesto. Pero no, Nick fue solo a decirle que si viera a Ivan, le avisara que “no
estuviera por el área”. Siquiera se molestó en decirle qué había ocurrido. La
lealtad entre hombres está por encima del feminicidio. Si para Nick el que Sofie ‘secuestrara’ a su hijo por algunas horas era un problema moral más fuerte que su vínculo con ella, el que Ivan persiguiera y agridiera mujeres, asesinara a una de ellas y siguiera libre para volver a hacerlo no lo era.
Y como si fuera poco, mientras Nick se marchaba casi sin despedirse,
todavía alcanzamos a ver como Ana se lamentaba de su hijo y de su actual
pareja, como extrañando su época con Nick. Pinche película.
Nick y Michael |
Esta lectura me ha gustado mucho y refleja la incómoda que salí una fría noche del 2010 de la Cineta Nacional de México. El Submarino de los afectos entre hombres que se apoyan entre sí mismos para acabar con las mujeres que dicen querer.
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