domingo, 16 de agosto de 2020

El apellido comienza conmigo – tras los rastros del afecto masculino

por Danilo Assis Clímaco

MORI, Chaska (dir.). El apellido comienza conmigo. Variación 2. (2020). Perú, Fílmico.

“El apellido comienza conmigo” fue primero una frase de Luis Mori, quién creció con su madre sin recibir de su progenitor más que el apellido. Hija de Luis, Chaska Mori puede relatarnos muestras del amor paterno de su infancia, pero el padre que recuerda de su adolescencia en adelante se nos aparece como un ser progresivamente encerrado en sí mismo y en sus frustraciones, insoportable para la propia familia, de la cual se apartó.

Ya adulta y viviendo en otro país, Chaska Mori recibe la noticia de la muerte de su padre y regresa al Perú, para recibir la herencia, pero sobre todo para seguir los pasos de su padre, descubrir algo de sus mundos desconocidos. Inicia un proceso investigativo con el objetivo de realizar un documental, pero todo se tuerce cuando el terreno heredado, en las afueras de Lima, es invadido por una red de traficantes de tierras. Su vida se transforma y por el período de cuatro años debe enfrentarse a un (Para)Estado irregular, lleno de trampas.

Así, Chaska se va transformando cada vez más en una nueva -tantas hay- Antígona latinoamericana, pues la búsqueda por descubrir y sostener los lazos con los seres masculinos queridos se transforma en una lucha contra una fuerza política abrumadora, en este caso paraestatal, encarnada tanto en la red de traficantes como en el sistema judicial oficial, cuya fuerza viene menos del Estado que de otros grupos delictivos.

La recuperación de la herencia de su padre pasará entonces por dos conjuntos de descubrimientos. El primero, inicialmente previsto, de la familia paterna. Descubre a los hermanos del padre, uno enigmático, distante y, a la postre, sumamente peligroso. Otro afectivo o, al menos, receptivo, pero mudo -como si el afecto masculino no pudiera hablar jamás-. A través de ellos, llega a la figura de su ya fallecido abuelo y encuentra en él, pese al abandono, un significativo gesto de ternura hacia su padre. El segundo conjunto de descubrimientos gira alrededor de las imbricaciones entre las fuerzas delictivas y las del Estado, las cuales debe aprender a comprender para no sucumbir ante ellas.

En este proceso, el documental dejó de existir como proyecto y se transformó en un monólogo que Chaska escribió y protagonizó en el teatro, desenredando y enredando tramas de nuestra irrealidad latinoamericana. Se presentó en Lima -cuando me dejó casi sin poder salir de mi asiento-, en Santiago y lo haría ahora en Europa, especialmente en La Badabadoc Teatre, durante el festival Grec de Barcelona. Con el Covid-19, La Badabadoc indagó junto a Chaska sobre la posibilidad de una alternativa a la presentación, a lo que la autora respondió rescatando el proyecto documental. En las limitadas condiciones de la más rígida cuarentena de las Américas, Chaska reinventó el documental con una agilidad que en sí misma contribuyó al trepidante ritmo de los acontecimiento narrados.

Si para Chaska el misterio es su padre, para mí el misterio es ella, o más genéricamente ese amor femenino que, en lugar de dejar que se agote el afecto masculino que recibió de forma inestable y débil, va a su encuentro, como para retarlo a que se descubra mayor de lo que es, como si fuera aun capaz de avivarlo, haciendo que queme la red patriarcal en que está atrapado.